y el lema ¡ESTAMOS! que para mi es una palabra que encierra todo el significado que quería expresar en el diseño: sentido positivo de nuestra unidad, que no tiene fisuras, que (excepto la temprana muerte de Horacio cuando todavía estábamos allí) todos vivimos y seguimos siendo capaces de, a pesar del tiempo transcurrido, movernos desde todos los rincones de España para darnos un abrazo y "hacer unas risas" durante unas pocas horas.
Y en eso se convirtió la cita.
Visita a las instalaciones del Patronato. Cada rincón un recuerdo, una anécdota para alguno, una aventura para otro... las habitaciones, el estudio, el comedor, el gimnasio, el salón de actos, las clases, la calle de delante (donde hacíamos las pruebas de atletismo)... En todas partes se provocaba un comentario, una discusión. "¿te acuerdas de cuando el....?" "No, hombre! Que fue ... y...".
Me hizo una gran ilusión entrar en el cuarto de máquinas del cine, que no pude ver en visitas anteriores. En los últimos años yo ayudaba al encargado y terminé aprendiendo cambiar los carretes a toda velocidad (pitos y silbidos en la sala por el corte), a provocar el arco de luz, cambiar los objetivos y las varillas, enfocar...Todo esto me valía salir los sábados una hora antes del estudio con la excusa de preparar las bobinas. Ahora están con una capa de polvo de un dedo. Piezas de museo.
Hay cosas que no existían en nuestros tiempos, entre ellas unas salas de billar y futbolin que hicieron que olvidáramos a nuestras mujeres y nos acostáramos entrada la madrugada.
No faltó, a pesar de algunos malentendidos previos, la Misa celebrada por nuestro Carlitos Acosta en la Capilla. Siempre me ha asombrado este lugar, su decoración de baldosas del más puro estilo andaluz, su techo artesonado, las columnas, el ábside... No casa con la sobriedad y funcionalidad del resto del Centro. ¿Sería que quienes mandaban de verdad eran las monjas mercedarias y "obligaron" a construir este espacio a su gusto?. Toda la logística (ropería, cocina, limpieza, enfermería,..) era de su responsabilidad y un ala del edificio era su "clausura").
Tampoco podía faltar el conmemorativo partido de fútbol entre los dos equipos que formábamos en nuestros recreos. Pero, natural, su duración cada vez es menor, así como el número de jugadores (yo temía a mi rodilla mas que a un nublado y que me fastidiara el resto de la fiesta). Pero esta vez no hubo lesiones mayores.
En fin, la juerga terminó con una "cena oficial" en el Restaurante Jerez, que en aquellos tiempos era un bar donde esperábamos la hora de entrar a la sesión de cine del Teatro Espinel, ya desaparecido, una decrépita joya que podía haber sido restaurada, en mi humilde opinión.
No tuve casi tiempo para dar un paseo despacio por la ciudad, cosa que me gusta hacer cada vez que voy. Como en el colegio, cada rincón es una foto de un recuerdo. Pero si me dió tiempo a entrar en Sta. María la Mayor y me llevé una gratísima sorpresa: se estaba celebrando una boda y en ese momento un coro cantaba una Salve Rociera como debe ser, con guitarra y tambor. Inenarrable.
Muchas fotos y como siempre, el compromiso para una próxima reunión sin esperar el lustro de turno. Parece que tenemos prisa y que cada vez se nos hace más necesario encontrar un espacio en el que sabemos que no existe ningún engaño ni competencia, en el que cada uno es como es, conocido, respetado y querido. Nos hacemos mayores.